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Alois Alzheimer y la enfermedad de la memoria
Por el Dr. Enrique de la Morena
A comienzos del siglo XX, Alois Alzheimer, psiquiatra y neurobiólogo alemán, trabajaba en el Hospital de Francfurt cuando asistió a una mujer de 51 años que llevaba cinco años perdiendo gradualmente la memoria. Además, sufría síntomas como la paranoia y trastornos del lenguaje y de la conducta. La complicación del cuadro clínico que presentaba aquella señora fue analizado por Alzheimer y otros facultativos durante mucho tiempo. Cinco años después de su ingreso en el hospital, la paciente murió por una septicemia.
Tras su defunción, Alzheimer estudió el cerebro de la señora mediante el método de su amigo Nills. Después del análisis, el Dr. Alois Alzheimer describe la presencia de ovillos neurofibrilares, placas seniles y arterosclerosis cerebral. Un análisis clínico y anatomopatológico que fue publicado con el título de Enfermedad grave característica de la corteza cerebral.
Fue el profesor de Psiquiatría Kraeplin, que había trabajado con Alzheimer, quien propuso que esta enfermedad llevara el nombre del doctor Alois Alzheimer, que tan bien había descrito la patología. Años más tarde, Alzheimer estudió y publicó otro nuevo caso en 1911. Ante esta breve historia se nos plantea la duda de cuántos pacientes en el mundo habrán padecido esta enfermedad sin ser diagnosticada y tratada correctamente para ser considerada simplemente locura. Imagínense cuantas familias habrán encerrado a sus enfermos para evitar que el resto del barrio pensara que tenían un loco en la familia. Pensemos que, en la actualidad, en el mundo hay 25 millones de personas que sufren Alzheimer. Sólo en los Estados Unidos, esta enfermedad es la cuarta causa de mortalidad después de las afecciones cardíacas, las tumorales y los accidentes de tráfico.
Tras las investigaciones de Alzheimer pasaron muchos años de silencio científico hasta que en 1930 se iniciaron y desarrollaron nuevos estudios y análisis sobre esta enfermedad. Las más interesantes, desde nuestro punto de vista, han sido las investigaciones de origen genético. Desde la década de los 80, diferentes grupos de investigación llegaron a conclusiones muy importantes para el conocimiento de esta patología.
Gracias a estos estudios, hoy sabemos que existe una enfermedad de Alzheimer de origen genético (que representa el 5 por ciento de los casos) y otra de origen esporádico. En el primero de los casos, los síntomas comienzan a aparecer antes de los 65 años y se ratifica por una serie de alteraciones en los siguientes cromosomas: Cromosoma 1.-Presenilina 2; Cromosoma 14.-Presenilina 1; Cromosoma 21.-APP.-Proteina precursora de Amieloide.
En los casos esporádicos, los principales factores exógenos son el tabaquismo, la diabetes, la hipertensión arterial, el stress, el medio ambiente, las dietas grasas o los traumatismos cerebrales severos. Se presenta a partir de los 65 años. Además, es frecuente encontrar otro gen afectado en el cromosoma 19, es el Alelo E4 de la Apolipoproteína que, como decimos, se encuentra en el Cromosoma 19.-APOE-Cromosoma 19.
También se ha demostrado que el Alelo E2 protege de la enfermedad. La Asociación Americana de Enfermos de Alzheimer ha publicado un trabajo en el que recogen los 10 signos mas importantes para el diagnóstico de esta enfermedad:
- Pérdida progresiva de la memoria.
- Dificultad para llevar a cabo las tareas familiares.
- Problemas en el lenguaje.
- Desorientación en tiempo y lugar.
- Juicio pobre o disminuido.
- Problemas en el pensamiento abstracto.
- Colocar objetos en lugares no apropiados.
- Cambios de carácter, humor y comportamiento.
- Cambios en la personalidad.
- Pérdida de Iniciativa.
Cualquiera de estos datos nos hace pensar a los profesionales que estamos ante un principio de la Enfermedad de Alzheimer. Tenemos que ser optimistas ya que son muchos los grupos de investigación básica, clínica, farmacológica, de diagnóstico por imagen o quirúrgica en el mundo que están día a día descubriendo novedades sobre una enfermedad que resulta cruel para el enfermo pero todavía más para los familiares.
Por estos motivos son fundamentales todas las ayudas que las Comunidades Autónomas puedan ofrecer a las Asociaciones de Enfermos de Alzheimer. Unos colectivos que llevan a cabo una labor importantísima para el cuidado de estos enfermos y sus familiares. Toda ayuda tanto económica como profesional es poco para lo que están haciendo.
