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Si insiste en quere adelgazar, el consejo que le doy es que coma tanto como quiera,
pero no se lo trague.(Harry Secombe)

La felicidad radica, ante todo, en la salud.
(George William Curtis (1824-1892)

Vacuna obesidad o sobrepeso



La famosa vacuna contra obesidad o sobrepeso se basa en tratar de eliminar las ganas de comer cuando éstas ganas son excesivas o pantagruelicas, según publica Newswise

Se basa en inhibir la hormona conocida como grelina. La hormona grelina produce ganas de comer. Si se inhibe, la persona comería menos e iría adelgazando. 

El método de los endocrinos portugueses dirigidos por el Dr. Monteiro se basa en inocular un virus que ataca, por así decirlo, a la grelina.

El Dr. Monteiro ha manifestado que aún cuando se inhiba la grelina para reducir el apetito, ello debe combinarse con dieta y ejercicio.

El virus inoculado con la vacuna infecta a la hormona grelina y los anticuerpos del organismo de la persona vacunada, reaccionan contra esa grelina infectada. La grelina entonces va siendo destruida. El apetito disminuye. Con el tiempo, el apetito va disminuyendo más y se va perdiendo peso. Pero así a primera vista, parece un método muy agresivo para eliminar las ganas de comer, ya que se trata aniquilar a la grelina inyectando un virus. 

Supongo que si algún día se comercializa el procedimiento será porque se ha comprobado fehacientemente que no hay riesgo de que se produzcan mutaciones en ese virus que acaben atacando a otras cosas aparte de la grelina.

Mientras tanto, habrá que seguir recurriendo a métodos más tradicionales y más o menos expeditivos.



Este es un método radical. Las manos no irán a la nevera a buscar cosas para zampar mientras la lleves puesta. Se basa en llevarla puesta hasta que el tamaño del estomago se vaya reduciendo.




Este es otro ingenioso método de adelgazamiento.






Aunque es un dicho gracioso y en realidad lo piensan muchos, hay que tener precaución de no caer en ni en la avaricia ni en la anorexia.


MIENTRASTANTO









 



Vacuna obesidad o sobrepeso


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Opciones para la guarda de vinos - conservación fuera del domicilio



botellas
Todos a los que nos gusta el vino, en especial los vinos maduros, terminamos por rendirnos a la evidencia de que en nuestros apartamentos es difícil conservar nuestras botellas. Quienes viven en una vivienda unifamiliar o tienen una casa en el pueblo lo tienen más fácil, pero los apartamentos cada vez son más pequeños y si no hay espacio apenas para la ropa, como para pensar en el vino. Y eso que en nuestras ciudades no se dan los casos extremos de ciudades como Nueva York o Tokio, donde el metro cuadrado es un bien tremendamente escaso.

El vino, supongo que no hace falta explicarlo, es un alimento vivo y, como tal, susceptible de evolucionar en el tiempo. Pero por supuesto, para ello es necesario mantener unas condiciones de conservación que podríamos resumir en (1) una temperatura idealmente entre 12 y 18 grados, sin grandes variaciones intradía y (2) unas condiciones de humedad de entre el 50% y el 70%, que permitan mantener los corchos húmedos sin deteriorar las etiquetas.

Hoy en día existen armarios climatizados que replican estas condiciones, con diferentes marcas y diferentes tecnologías que van desde electrodomésticos con compresor similares a una nevera (con control de humedad) hasta sistemas carentes totalmente de vibraciones. Los precios también son variables, en función de la marca, los materiales (chapa, cristal, acero, madera). Yo estoy personalmente satisfecho con un armario de la marca Liebherr que es de los más asequibles y que, para un número moderado de botellas sin pretensiones de llegar al Siglo XXII me parece suficiente.

Pero, de un tiempo a esta parte, vengo leyendo sobre empresas que ofrecen servicios de conservación de vinos fuera del domicilio. Es tradicional en el mercado británico que los grandes compradores particulares de vinos (sobre todo de Burdeos) contratasen con su comerciante un servicio de almacenamiento "in bond" (sin pagar los impuestos de alcohol y al consumo), pensando muchas veces en la posibilidad de revenderlos en el futuro con un beneficio.

Sin embargo, de lo que quería hablar hoy es de empresas que alquilan espacios en un local perfectamente acondicionado para la conservación de vinos. Estas empresas ofrecen:


a) La posibilidad de recepcionar vinos que se compran a distancia, sin necesidad de tener que estar presente en casa durante el reparto para luego llevarlos al local.

b) Una gestión de stocks con una aplicación personalizada (estilo cellartracker a pequeña escala).
c) Condiciones de conservación monitorizadas en tiempo real, de modo que el usuario puede ver, en internet, o a través de una aplicación para su smartphone, la temperatura y humedad de su bodega en tiempo real, e incluso una webcam de su espacio.
d) Un seguro de robo, inundación, incendio de los vinos depositados.
e) Un servicio de broker por el cual se ofrecen los vinos de un usuario en el mercado (dándole al usuario la posibilidad de revender sus vinos con facilidad).
f) Un servicio de entrega a domicilio dentro de la ciudad en la que está el local.
Todos estos servicios, por supuesto, tienen un coste (que desconozco) pero que necesariamente deben cubrir la inversión en aislamiento o la energía para refrigerar y humedecer, así como las elevadas primas de seguro asociadas a vinos que, previsiblemente, serán caros.

En los Estados Unidos de América, que es donde más frecuentemente he visto este tipo de oferta, las posibilidades van desde alquilar una taquilla (locker) en la que entran 24 ó 48 botellas de vino, hasta habitaciones completas en las que pueden conservarse miles de botellas en perfectas condiciones.

Este tipo de servicios no está exento de complicaciones. Por un lado, que los coleccionistas de vino son un poco fetichistas y les gusta ver sus botellas de vez en cuando. Por otro, que el control sobre los accesos al local son críticos dado que los precios de ciertas botellas las hacen muy apetecibles para los amigos de lo ajeno, lo cual hace totalmente necesario incurrir en seguros cuyas primas son elevadas.

Algunos precios típicos para este tipo de servicios pueden ser de $2 por caja (12 botellas) y mes, así como una tasa por retirar una botella ($3) o una caja ($15). En otros casos, se trata de una cantidad por botella y mes sin tasas de entrada o retirada.

¿En qué fijarse? En que las condiciones de aislamiento sean al menos tan importantes como las de refrigeración y mantenimiento de la humedad (protege frente a caídas de la energía). Que el local disponga de generación de electricidad autónoma alternativa a la energía eléctrica (por la misma protección). Solidez financiera de quien nos presta el servicio. En tener confianza en el personal a cargo de la empresa (que no haya demasiada rotación de empleados).


pisto

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Cómo elegir un buen vino




Enfrentarse ante una más o menos interminable carta de vinos en un restaurante puede convertirse en algo incómodo. Especialmente si se trata de un reunión de trabajo o tienes que quedar bien delante de los amigos.
¿Cuántas veces has optado por una botella de precio medio y de una región indiscutible para que no se ponga en evidencia tu modesto conocimiento del vino?
Una encuesta realizada hace unos años en Estados Unidos reveló que la mayoría de consumidores acababa pidiendo familiares blancos de chardonnay y tintos de cabernet porque les daba vergüenza no pronunciar adecuadamente el nombre de otras variedades. Y ello pese a que en su fuero interno desearan probar cosas nuevas. En nuestro país, seguro que muchos hacen lo propio con Rioja y Ribera del Duero. 
Vamos a intentar aportar unas claves para salir airoso de esta situación. Si os queda alguna duda nos la podéis comentar a través de la herramientapreguntas al sumiller, donde además podeís aportar sugerencias, reomendaciones, etc.
Volviendo al tema que hoy nos ocupa, a la hora de elegir el vino hay que fijarse en:
El precio. Salvo excepciones, los restaurantes cargan de forma significativa los vinos. Etiquetas que se comercializan entre 12 y15 euros en tiendas suben hasta los 25 o 35 euros. Por eso es mejor no pedir vinos de menos de 15 euros en carta, aunque tampoco hay motivo para gastar más de 40 o 50 euros en una botella, a no ser que se quiera algo muy específico. Ni mucho menos caer en el exceso de pedir alguno de los vinos más caros de la carta que, probablemente, requieran un servicio especialmente cuidado (decantación, descorche anticipado de la botella…).
Estilos y zonas. A la hora de pedir un vino hay que acotar los campos. Lo mejor es partir del tipo de vino: ¿quiero un tinto, un blanco o un espumoso? Esta primera decisión dependerá del gusto, de la apetencia personal o del tipo de comida que ofrezca el restaurante. Y a partir de ahí se puede ir decidiendo uno por distintas zonas geográficas, variedades de uva y estilos de elaboración. Por ejemplo: un blanco verdejo de Rueda preferiblemente fresco (en cuyo caso habría que buscar la añada más reciente) o con cierta estructura (y aquí sería mejor elegir un rueda fermentado en barrica). Si, por poner el caso, la opción es un tinto potente y estructurado, lo lógico sería buscar en regiones como Ribera del Duero, Toro o Priorat y apostar por vinos con crianza en barrica.
La comida y el vino. No vamos a hablar aquí de hacer el encaje de bolillos de construir una combinación perfecta entre plato y vino, sino más bien de usar el sentido común. ¿Me apetece carne roja? Pues busco o pido que me recomienden un vino que acompañe bien ese sabor. ¿Que lo que tengo claro es el vino que me apetece tomar hoy? Entonces, busco platos que no desentonen con él. No hay que exagerar con los maridajes.
El servicio. La forma en que se trata el vino en un restaurante es sintomática del mayor o menor interés que se le presta. Una forma de saber si estamos en una casa que cuida el vino es fijarse si cuenta con vinotecas o con una bodega climatizada para su conservación, si tiene copas adecuadas, si se preocupa de servir los vinos a la temperatura correcta o de si hay un interlocutor (sumiller en la mayoría de los casos) con el que se pueda hablar de vino.
Consejos para ganarse al sumiller
¿Qué hay, por otro lado, de la conversación con el sumiller? Pese a que el responsable del vino en el restaurante aún pueda adoptar ese intimidatorio aspecto de figura en negro embutida en un delantal de cuero y con su catavino al cuello, no hay ningún motivo para que a uno le entren sudores fríos cuando ve que se acerca a su mesa. Os damos algunas pistas para que convirtáis al sumiller en vuestro aliado:
1. Preguntar por él. No todos los restaurantes tienen sumiller, pero el hecho de que cuenten con uno o, al menos, con personal formado en el servicio del vino es el mejor indicativo para saber que el establecimiento se preocupa de manera especial por el vino. Por otro lado, el mero hecho de que un cliente pregunte por el sumiller lleva implícito un reconocimiento de su trabajo y de su papel.
2. Darle pistas de lo que queremos. Sobre el tipo de vino (blanco, tinto, espumoso…), si nos apetece probar una botella de una región concreta o de una variedad de uva; incluso si tenemos alguna fobia personal (no me gustan los tintos jóvenes, no me gustan los vinos con mucho alcohol…). Y también muy importante: sobre cuánto queremos gastarnos. Con el precio también hay que ser claro.
3. Ser sinceros sobre nuestro estadio dentro del vino. No saber de vinos no es excusa para huir del sumiller. Él estará encantado de tener una mesa de comensales que sienten curiosidad por el vino y que hayan decidido que ésa va a ser su opción de bebida para la cena. Decirle que estáis empezando o que todavía no habéis probado muchas cosas será una buena pista para que atine con su recomendación.
4. Seguir con naturalidad la ceremonia de servicio. Si sabemos cómo proceder, adelante; hay que hacerlo sin miedo y con naturalidad (y esto, como todo, es cuestión de práctica). Si no, es un buen momento para repasar el procedimiento con el propio sumiller. Él enseñará la botella para que el cliente compruebe que se corresponde con su petición, la descorchará y la dará a probar, normalmente a la persona que haya sido su interlocutora y, si han sido varias, preguntará quién va a probar el vino. Si el vino nos gusta, adelante; si no estamos seguros, podemos pedir al propio sumiller que verifique que todo está OK.
5. Pedirle algún truco de experto. Hacerle alguna preguntilla en este sentido a lo largo de la comida (sin avasallar, claro, porque estará atendiendo muchas mesas al mismo tiempo) puede ayudar a crear buena sintonía. Algunas ideas: qué vino va bien con cierto plato, a qué temperatura hay que servir los tintos en verano, cuáles son las copas más adecuadas para tener en casa…

Cómo elegir un buen vino


@Todovino - 26/05/2011

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Cocinando con insectos


Cocinando con insectos

Atención a aquellas personas sensibles les recomiendo abstenerse a leer ésta entrada. Todos los demás y en particular los que les guste cocinar tomen lápiz y papel, porque ésta nota está orientada a un tipo de cocina muy particular...
Con la economía mundial nuevamente en proceso de organización nos estamos enfrentando con algunas áreas problemáticas de la pre-crisis; los altos precios del petróleo y el aumento de precios de los alimentos



Con los países en vías de desarrollo convirtiéndose en las principales Naciones del mundo, la búsqueda de una dieta más variada está poniendo a nivel mundial los precios en alza. Como si fuera poco la demanda en todo el mundo está superando la oferta al rededor del globo. Ya que un nuevo suministro de fuentes de alimentos requiere tiempo podría ser una buena idea empezar a buscar otros productos para llenar nuestros estómagos. No resultaría descabellado pensar en los insectos como un buen modelo para comenzar. Son abundantes y llenos de nutrientes y, si están bien presentados, ni siquiera se darán cuenta lo que comieron !!!.

Los insectos tales como escarabajos, gusanos o saltamontes son criados en la actualidad como alimento para pájaros, lagartos y monos. Uno de estos criaderos es la granja de la familia Callis, donde los propietarios vieron una oportunidad de vender los insectos para el consumo humano. Todo lo que necesitamos hacer para salvar la selva tropical, mejorar nuestra dieta y nuestra salud, reducir las emisiones de carbono global y recortar nuestro presupuesto para alimentos es comer insectos



Tartas de gusanos en harina, arrollados de saltamontes y muchos más platos a partir de otros bichos, aunque no lo crean puede ser la respuesta a la crisis alimentaria mundial, así como la reducción de los recursos de tierra y agua y de emisiones de carbono que aceleran el actual cambio climático.
Cocinando con insectos 1

Un estudiante sostiene una caja de gusanos Búfalo en la escuela Rijn IJssel.


Cocinando con insectos 2

Un montón de saltamontes. Se retiran sus patas y las alas antes de ser tostados.


Cocinando con insectos 3

Para inducir a comer más insectos, Van Huis y su equipo de científicos de Wageningen han trabajado con una escuela de cocina local para producir un libro de cocina con recetas adecuadas.


Cocinando con insectos 4

Una persona que tamiza a través de un recipiente lleno de gusanos Búfalo en una granja de insectos.


Cocinando con insectos 5

Gusanos en harina son fritos junto con cebolla para ser utilizados luego en una tarta.

Las tartas con gusanos en harina, los arrollados con saltamontes tostados y los bombones de chocolate con gusanos búfalos no hacen un menú ideal para festejar algún aniversario en casa, pero en unas pocas décadas podría estar en las mesas de muchos países europeos. Los científicos buscan la manera de reemplazar la carne que día tras día se vuelve cada vez mas cara.


Cocinando con insectos 6

Un estudiante prepara tartas de gusano en harina en la escuela Rijn IJssel.


Cocinando con insectos 7

Un participante en la conferencia, Duygu Tártaro, reacciona después de comer un bocadillo de insectos (tarta de gusano) durante una pausa en la conferencia dada por el profesor Arnold Van Huis de la Universidad de Wageningen.


Cocinando con insectos 8

La gente trata de alcanzar un bocadillo de insectos (bombones de gusano).

Ahora, si alguien ya se ha hecho la idea de consumir en algún momento estas comidas alternativas... pues será cuestión de salir a nuestro jardín (o en su defecto al jardín del vecino) en búsqueda de algunos bichitos . El paso siguiente es disfrazar entre las comidas a estas criaturitas para que los comensales no se den cuenta xD, y por último cocinarlos y servirlos. 



De esta manera reemplazaremos las comidas normales por unas mas económicas, con gran cantidad de nutrientes y además ayudarán con la conservación del medio ambiente, ¿que más podemos pretender?. Además no me digan que nunca han tragado algún bichito al andar en bici o en moto!...Cabe aclarar que Dr. WTF no se hace responsable por el mal uso de los consejos escritos en ésta entrada!.

Tal vez deberiamos mirar debajo de nuestras macetas y preguntarnos: ¿realmente estamos listos para convertirnos en insectívoros?.
Visto en: totallycoolpix










Cocinando con insectos - WTF

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El aceite en la cocina española del siglo XVI



Hoy voy a rescatar un texto que escribí hace un tiempo para un blog que hicimos sobre la serie de libros “Vivir en” de Esfera de los Libros. En concreto, voy a hablar de un detalle de la cocina del siglo XVI que contrasta enormemente con uno de los puntos de los que más presume y se enorgullece España actualmente: el acite.

La cocina en la España del siglo XVI era muy especiada, con una presencia abundante de pimienta. Esto era no sólo por gusto, sino también para ocultar algún posible mal sabor en los alimentos. Debido al uso de tanta especia la comida española era incomestible para muchos extranjeros.

Pero quizás lo que más llame la atención sea el poco uso que se hacía del aceite para cocinar, sustituido habitualmente por la manteca y el tocino. La explicación de este rechazo hacia el aceite está en que era un producto asociado a la cultura árabe y judía, lo que era suficiente para que no fuera bien visto en la cocina de un buen cristiano. Por supuesto, en aquel tiempo no era tema baladí parecer buen cristiano, en ocasiones iba la vida en ello.


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