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Autismo
El término autismo proviene de la palabra griega eaftismos, cuyo significado es 'encerrado en uno mismo'. El psiquiatra estadounidense Leo Kanner (1943), del Hospital Johns Hopkins, definía en 1938, y por primera vez, el síndrome autista tras estudiar los casos de ocho niños y tres niñas que "con independencia de sus interindividualidades, presentan una serie de características esenciales comunes". Le llamó la atención "su incapacidad para, desde un principio, relacionarse normalmente con personas y situaciones", que fueran, "autosuficientes y más felices cuando se los dejaba solos".
Al mismo tiempo, Hans Asperger definió una forma más leve del autismo, conocido como Síndrome de Asperger, caracterizado por la presencia de habilidades cognitivas superiores y un uso más normal del lenguaje.
El autismo es la enfermedad más común del grupo de los trastornos del desarrollo, conocidos también como trastornos del espectro autista, en los que se incluye además el síndrome de Rett.
Persiste a lo largo de la vida y afecta a cerca de 60 menores de cada 10.000 nacidos vivos, aunque es cuatro veces más frecuente en el sexo masculino que en el femenino. Su existencia se delata en los 30 primeros meses de vida. Los afectados presentan en, diferentes grados, alteración del lenguaje, la comunicación, la imaginación y las competencias sociales. Es frecuente que manifiesten comportamientos anormales como, movimientos y balanceo, obsesiones con ciertos objetos o hechos, así como actividades de carácter repetitivo.
El nivel de inteligencia y las capacidades varían de un niño a otro, aunque cerca de un 75% presenta una deficiencia mental. Hay casos excepcionales en los que estos niños pueden ser normales o, incluso, estar por encima de la media.
En aproximadamente el 10% de los casos, el autismo se asocia a otros trastornos como el Síndrome de X Frágil o la esclerosis tuberosa.
Cómo reconocer a un niño autista
Existen tres comportamientos que caracterizan claramente a un niño autista: Presenta dificultad para interactuar socialmente, padece problemas de comunicación verbal y no verbal y muestra comportamientos reiterativos o intereses obsesivos.
Concretamente, se le reconoce por:
-Cualquier ruido o sonido no le produce ningún efecto.
-Deja de hablar o nunca lo ha hecho. Su lenguaje es limitado o nulo.
-Repite lo que oye.
-No muestra interés por los juguetes.
-No juega con otros niños.
-Apila o sitúa en línea los objetos.
-No responde cuando se le llama.
-Suele quedarse quieto, paralizado, mirando algún punto fijo.
-Muestra un total desinterés por su entorno, no es dependiente.
-Se ríe sin causa aparente.
-Puede mostrarse agresivo.
-Repite comportamientos de forma constante.
-Obsesionado por la rutina y el orden.
-No sigue instrucciones ni obedece.
-No busca consuelo en los demás cuando está afligido.
-Tiene movimientos corporales estereotipados.
-Aunque muchos niños tienen una baja sensibilidad al dolor, son anormalmente sensibles al ruido, al tacto u otros estímulos sensoriales.
Por qué se produce
Aunque se desconoce la causa última que lo desencadena, los estudios en neuroimagen constatan que en el autismo están implicadas muchas de las estructuras cerebrales principales. Otros trabajos han centrado su interés en el papel de los neurotransmisores como la dopamina, la serotonina y la epinefrina. Todas estas anomalías sugieren que el trastorno puede ser el resultado de una interrupción en el desarrollo normal del cerebro en las fases iniciales de la gestación.
Asimismo, los científicos defienden que existen cinco o seis genes clave involucrados en el autismo así como otros 30 con un 'papel secundario'.
Se sabe también que el riesgo de los hermanos de niños autistas de desarrollar también la enfermedad es del 3%, aunque esta probabilidad se eleva hasta el 82% si se trata de gemelos monocigóticos o idénticos.
Consultar con el médico
Los padres que sospechen que su hijo es autista deben acudir a su pediatra con el fin de que este les refiera a un psiquiatra infanto-juvenil. A menudo, los niños autistas no son diagnosticados tan pronto como se debería. De hecho, hay casos que se están determinando con años de retraso.
Sin embargo, existen pruebas que pueden ayudar al diagnóstico precoz del trastorno, como el método CHAT. Este tipo de test para 'descubrir' el autismo a partir de los 18 meses se basa en la ausencia de tres conductas: protodeclarativas (son conductas comunicativas de carácter pre-lingüístico que aparecen entre los 9 y los 12 meses y que consisten en señalar algo para llamar la atención del adulto), co-orientanción visual (dirigir la mirada hacia el mismo foco de interés que el adulto) y juego de simulación (en el que unos objetos son situados por otros).
Aquellos menores que no presenten ninguna de las conductas citadas a la edad mencionada tienen un 83% de posibilidades de recibir un diagnóstico de autismo en el futuro.
Cómo se trata
No hay cura para el autismo, pero las intervenciones tempranas cumplen con el objetivo de paliar síntomas específicos y proporcionan una mejoría a los afectados.
El mejor tratamiento es el que combina varios tipos de terapias, como las intervenciones educacionales y conductuales, en las que el profesional intenta enseñar al niño destrezas del lenguaje y sociales.
Algunos expertos recomiendan también la administración de fármacos antidepresivos en los casos necesarios o estimulantes, como los empleados en el control del síndrome hiperactividad y déficit de atención, y que tienen como fin disminuir también la impulsividad.
Los padres deben buscar apoyo. El autismo ocasiona un gran impacto en el seno familiar y es frecuente que tanto los progenitores como los hermanos sufran frustración, desamparo y confusión.